Quiero pensarlo porque la siento más como mía, la habitación, que la que dejo en Valencia. Aquí las cosas no tienen su sitio, es insoportable, creedme, ver cómo los pañuelo se amontonan en la silla. Allí es todo más pequeño y sin embargo cabe todo my little world, o casi, no puedo meter a la gente que quiero en una maleta de piel de vaca, a lo cawboy de medianoche- sí, anoche disfruté de una estupenda sesión de cine clásico- Aunque si podría meter a toda la gente que quiero en mi habitación de Barcelona. No me azotéis, que una no tiene, ni ganas, 200 amigos en el facebook.
Hace un tiempo yo creía, osea, podría jurar por mis más preciados seres que lo sentía así, que tenía que responderles con algo que tampoco acertaba a adivinar. A ellos, amantes, amigos... Tenían una lupa, la usaban al desnudarme, espiaban mis rincones y yo sabía que ellos creían haber obtenido lo que venian buscando al despedirles- ya sea para siempre, sea por momentos-
Lo único que podía o sabía hacer era aplicarme mientras me vestía. Cantaba "send me an angel to love" bajito bajito, a veces hasta pronunciaba recitando en alto esa parte, la que dice "no creo que vaya al cielo, de todas formas" esperando que pudiesen perdonarme y entenderlo.
Intentaba dárselo, si es que me importaba lo más mínimo o si es que sentía que de alguna forma lo venian pidiendo o en fin, que era el trato justo. Nunca sabré si lo hice de la forma erronea o lo hice como tuve que hacerlo. No lo sabré pero darlings, tampoco me quita el sueño. Hoy he salido a la calle sin anillos y no ha pasado nada. Nadie me ha pegado un tiro. Lo más gracioso es que no me he dado cuenta hasta bien entrada la tarde, cuando por casualidad me he mirado las manos al encenderme un cigarrillo. Si el Elefante y yo no llegamos a cambiarnos a terraza, probablemente ni habria advertido lo desnuditas que llevaba las manos de pianista, que -me-decía la profe de infantil...
Pero como os contaba, vuelvo a casa. ¿Crisis, what crisis?
(no he podido evitarlo, dejo la ropa, me llevo la música)
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