martes, 18 de octubre de 2011

nuevo


lo echaba de menos. el sonido de las olas, relajante. sentarme y mirar. cómo pasa la gente, cómo viene y cómo va. el lento discurrir del tiempo, a veces demasiado rápido. con un libro en la mano. simplemente viviendo, siendo yo nada más.
me siento en un banco cerca de un chiringuito de playa -sin nadie ya-, mi sitio favorito, debajo de una palmera que no puede hacer nada en contra del sol poniente. enfrente de mí, el mar. me vienen a la memoria palabras de Hermann Broch o de Iris Murdoch, que en su día también se sentaron enfrente de esta inmensidad y trataron (con más fortuna que yo) de describirla.
un hombre viene paseando por la playa, entrado en años. viene ensimismado leyendo un libro mientras camina. a veces quita la vista de sus páginas y mira a su vez al mar, sin percatarse que yo lo observo a él. se queda un rato pensativo, como reflexionando la lectura, para volver otra vez sobre sus pasos e irse por donde vino. me ha recordado (si esto puede ser) al que seré yo dentro de algún tiempo.