viernes, 24 de diciembre de 2010

¿Qué estrella cae sin que nadie la mire?


"La primera vez que vi a Carlos Wieder fue en 1971 o tal vez en 1972, cuando Salvador Allende era presidente de Chile.

Entonces se hacía llamar Alberto Ruiz- Tagle y a veces iba al taller de poesía de Juan Stein.
No puedo decir que le conociera demasiado. No hablaba mucho (...)
Casi todos estudiabamos en la facultad de las letras, menos las hermanas Garmendia que estudiaban sociología y psicología y Ruiz Tagle, que era autodidacta(...) La verdad es que no parecía un autodidacta. Quiero decir, exteriormente no parecía un autodiacta. Estos, en Chile a principios de los 70 no se vestían como lo hacía Ruiz Tagle. Los autodidactas eran pobres. Hablaba como un atodidacta, eso sí. Hablaba como supongo hablamos ahora todos nosotros, los que aun estamos vivos(hablaba como si estuviera en medio de una nube)pero se vestia demasiado bien para no haber pisado nunca una universidad.
No puedo decir que fuera elegante- aunque a su manera sí lo era- ni que vistiera de una forma determinada. Sus gustos era eclecticos. Pero fuera cual fuera el vestido Ruiz-Tagle siempre llevaba ropas caras de marca. En una palabra: Ruiz Tagle era elegante y yo por entonces no creía que los autodidactas chilenos, siempre entre el manicomio y la desesperación, fueran elegantes.


Él contaba, o se lo oimos contar a Verónica Garmendia, que decidió dejar de estudiar a los 15 años para dedicarse a los trabajos del campo y a la lectura de la biblioteca paterna (...) En realidad, todas las suposiciones que podíamos hacer en torno a Ruiz Tagle estaban determinadas por nuestros celos o tal vez por nuestra envidia. Ruiz Tagle era alto, delgado pero fuerte, de facciones hermosas. Según Bibiano era un tipo de facciones demasiado frias para ser hermosas, pero claro, Bibiano afirmó esto a posteriori y eso no vale. ¿Por qué sentiamos celos de Ruiz Tagle? El plural es excesivo, el que sentía celos era yo. Tal vez Bibiano compartiera mis celos. El motivo, por supuesto, eran las hermanas Garmendia.
Eran, lo admito, las mejores. Verónica y Angélica. Tan iguales algunos dias que era imposible distinguirlas y tan diferentes otros dias (pero sobre todo otras noches) que parecían mutuamente dos desconocidas.


Su actitud con nosotros era de una "cordialidad distante" Sólo con las Garmendia era francamente simpático, lleno de delicadezas y atenciones. Al resto, como he dicho, nos trataba con una coordialidad distante, es decir, nos saludaba, nos sonreía, cuando leíamos poemas era discreto y mesurado en su apreciación crítica, jamás defendía sus textos de nuestros ataques(solíamos ser demoledores) y nos escuchaba, cuando le hablabamos con algo que hoy no me atrevería a llamar atención pero entonces lo parecía"




De Roberto Bolaño, en Estrella distante. Y de cómo vuelvo a enamorarme de otro libro, habiéndo leido sólo 40 páginas.



Pd. Si alguien quiere saber cómo vive y cómo es la casa deRuiz- Tagle, estaré encantada de contárselo.

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